Curso: Construcciones                         Curso: Aprenda                  Taller: El Arte y Técnicas
de versos, estrofas y poemas                  a escribir cuentos.             de la Declamación Poética.

Los latinos

 

Los latinos

El patrón olvida los beneficios recibidos y considera a sus empleados como simples individuos que laboran por el pago de un salario

 

En aquella acalorada discusión ―causante de la paralización momentánea de las labores productivas―, el inmigrante estaba dispuesto a romperle la cara de un puñetazo si el anglosajón continuaba denigrándolo. Aunque no lo golpeó, las consecuencias fueron funestas.

 

―¿Sabes por qué vivo en este país, cargando cajas como un animal, al igual que tú, que ni siquiera terminaste la high school, y no estoy en mi patria desempeñando la profesión que cursé en la universidad con tantos sacrificios?

―Sí, lo sé; porque aquí se vive mejor que en el tuyo― Le respondió el rubio, de ojos marrones claros y cabellos castaños casi amarillos.

―¡No, buena mierda! Vivo aquí porque este país y sus gobernantes han masacrado mi patria y mantenido en el poder a un grupo de políticos corruptos y ladrones que han matado la esperanza y futuro para que mis hijos vivan en un Estado con dignidad.

―Mi país no es culpable de las desgracias del tuyo y de que sus gobernantes sean corruptos y ladrones― Contradijo el rubio, al cual pronto comenzaron a ponérseles rojas las mejillas, como si ya hubiera recibido la golpiza que el mestizo calculaba con cuidado.

―¡Buen desgraciado! ¿Eres un gran ignorante o acaso me quieres coger de pendejo?

―Ni una cosa ni la otra― El supervisor se enganchó en la correa del pantalón el radio de comunicación que tenía en la mano. ―Tu país es pobre por los malos gobiernos que ha tenido.

―¿Y quién impuso esos gobiernos y los dictadores que han existido en América Latina? ¿Quién mantuvo en el poder a Fulgencio Batista, en Cuba; a Somoza, en Nicaragua; a Pinochet, en Chile; a Trujillo, en República Dominicana; y a Duvalier, en Haití?

―Nosotros no somos responsables de esos dictadores, sino las gentes analfabetas de tu país que cada vez que hay elecciones votan por los peores candidatos.

―¡Maldito, coño! ¿Y quiénes son los responsables, a través de las explotaciones de los pueblos, de auspiciar la pobreza y el analfabetismo en América Latina?

―Ustedes mismos, que se pasan todo el día y la noche bebiendo cervezas y bailando, en vez de dedicarse a trabajar.

―¡Hijo de mala madre, coño! Se ve que eres un individuo al que el sistema le ha podrido el cerebro.

―Ese es el problema de ustedes, los teóricos frustrados de Latinoamérica, que quieren culpar a otros de la miseria económica y social que ustedes mismos han creado.

―¡Oh, sí! ¡Porque no ha sido tu país el que siempre nos ha invadido y decide las cosas que deben hacerse con nuestras economías y les ponen presiones a nuestros gobiernos y a la población!

―Si nuestro gobierno no presionara al de tu país y los demás de América Latina, ustedes no pagarían la deuda externa ni invertirían en sus propias ciudades los recursos acordados para la producción alimentaria, turismo, educación y salud.

―Muy bien lo dice. ¿Producción alimentaria para quiénes? Para ustedes que se comen los mejores frutos y a nosotros nos toca lo que no sirve para exportar. ¿Turismo para quiénes? Para ustedes que van a disfrutar de nuestros hoteles, música, playas y hasta de nuestras mujeres. ¿Y educación para quién? Para que los profesionales sean cada día menos capacitados y los estudiantes que van a las universidades pierdan el cariño al patriotismo y a su gente, y solo piensen en corrupción y en las formas para hacerse ricos lo antes posible. ¿Y de qué maldita salud tú me hablas si los mejores hospitales son para los que tienen dinero, mientras los pobres se mueren por falta de alimentos y medicinas? Dime, ¿eso no es lo que hace este país con las naciones pobres de América Latina?

―No, mi país no hace eso. La frustración de ustedes no les permite ver la realidad de las cosas.

―Sí, para ustedes siempre somos brutos, somos países del tercer mundo, países en una maldita vía de desarrollo que nadie entiende y donde lo único que se desarrolla es la pobreza, pues el progreso no se ve en ninguna parte. Ustedes son tan hipócritas que ahora ya comienzan a cambiarnos el nombre por el título de “Naciones Menos Adelantadas” o “Países Menos Acelerados”. ¿Pero acelerados de qué, del abismo? Por eso, porque muchos entendemos la realidad del asunto, por eso dicen ustedes que somos frustrados. ¿Quieres que te diga una cosa?

―Dímela, que a mí no me ofende la forma de ustedes pensar ni las malas palabras que pronuncian al hablar.

―La verdad es que cada vez que en nuestros países intentamos implantar gobiernos serios y con sentimientos patrióticos, como el caso de Juan Bosch, Salvador Allende, Omar Torrijos, Hugo Chávez, Evo Morales y Fidel Castro, ustedes siempre le hacen la vida imposible y lo acusan de comunistas, y se valen de tránsfugas, mercenarios, espías, traidores, de empresarios y políticos corruptos que siempre han servido en sus prácticas a los intereses de este sistema.

―Mi país siempre se opone al comunismo, porque sus líderes y seguidores son gentes anarquistas y alteradores del orden y la paz pública.

―¡Desgraciado! Los alteradores de la paz pública y los violadores del libre derecho que tienen los pueblos a su autodeterminación son ustedes, quienes siempre utilizan su poder económico y de las armas para invadirnos y mantenernos bajo su yugo.

 

Los trabajadores que veían aquellas escenas se retiraron apresurados del lugar; el dueño de la fábrica se acercaba en compañía de otra persona que ellos no conocían.

 

―Como ve usted, esta es una fábrica donde nuestros empleados son muy disciplinados y buenos trabajadores, por eso respetamos sus derechos y le pagamos un justo salario― Dijo a su acompañante el dueño de la empresa.

―Veo que todo está muy limpio y bien organizado.

―Es que aquí cada quien sabe lo que debe hacer, y cumplimos las labores con eficiencia y sin ningún maltrato.

―Usted puede estar seguro de que consideraré muy seriamente hacer buenas inversiones en esta empresa.

 

Transcurridos más o menos treinta minutos, después de que aquellos dos hombres anduvieron por los distintos departamentos de la fábrica, el supervisor del área de empaque respondió al llamado que escuchó a través del radio de comunicación que llevaba enganchado en la cintura.

 

―Sí, voy ahora mismo.

 

Quisqueyano, el empleado que había discutido con el supervisor, estaba arreglando algunas cajas cuando una secretaria se le acercó y le dijo:

 

―Señor, el presidente quiere verle en su oficina.

―Como no, iré en un momento, pues debo quitar estas herramientas del pasillo para evitar que ocurra algún accidente.

―Señor, puede dejar esos instrumentos donde se encuentran, don Phillips desea que usted vaya a su oficina inmediatamente.

―Está bien, no hay problemas.

 

La secretaria caminó delante, seguida por el trabajador. No tardaron en llegar al lugar donde se encontraba el dueño de la industria. Después de recoger un fólder del escritorio la secretaria se retiró a otra oficina.

 

―Miré, señor Quisqueyano, no me gusta tratar asuntos que me resulten desagradables; pero tengo que hacerlo obligatoriamente― Don Phillips hizo una pausa para leer algo escrito en un papel.

 

El empleado sintió deseos de comenzar a hablar para aclararle a su jefe que había sido el supervisor quien empezó la discusión y a ofenderle por causa de ser latinoamericano; pero, sabiendo que cuando el dueño de la fábrica le diera la oportunidad le explicaría con lujo de detalles todo aquel asunto, se limitó a decir:

 

―A nadie le gusta hablar de cosas negativas ni pasar por momentos desagradables.

―Usted sabe que las cosas están difíciles en este país y el resto del mundo, y más para nosotros los empresarios, que debemos convertirnos en magos para no quedar en la quiebra total; pero, aun así, cada día la situación es peor, por lo que me veo en la obligación de tomar algunas desagradables medidas― Don Phillips se inclinó un poco sobre el escritorio― En esta fábrica debemos iniciar de manera urgente un plan de austeridad, debido a las pérdidas de importantes clientes; y la crisis que venimos soportando desde hace cinco años no nos deja otro camino que reducir el número de empleados y hacer algunos cambios importantes. Usted es un buen trabajador, por eso lleva con nosotros más de dos años… Lamento tener que despedirlo, pero no me queda otra alternativa.

 

Quisqueyano no supo que responder, esperaba una amonestación o la solicitud de una explicación.

 

―En mi país siempre decimos que la soga se rompe por lo más débil― Indicó Quisqueyano.

―Pase en el día de mañana por el departamento de contabilidad para que la secretaria le prepare el informe del salario pendiente. Créame, me duele despedirlo.

―No hay problema, jefe; si las cosas están tan malas…, hay que buscar otra forma de ganarse la vida. ¿Qué vamos a hacer? Gracias, Don Phillips, por darme la oportunidad de trabajar para usted.

―Si dentro de algunos meses la situación mejora le llamaremos.

 

Quisqueyano extendió su mano en señal de saludo, la cual recibió el contacto de la diestra de quien en ese momento dejaba de ser su patrón.

 

Al salir de la edificación que aloja la fábrica respiró profundo, comprendiendo que el patrón olvida los beneficios recibidos y considera a sus empleados como simples individuos que laboran por el pago de un salario. Por eso ―y siendo consciente de la causa real de su despido―, se sintió como liberado de una gran carga, y dijo casi en silencio:

 

―¡Qué buena mierda es este país!

 

Casi en ese mismo instante, don Phillips colocó su trasero sobre el cómodo sillón, encendió uno de los cigarros cubanos que acostumbraba a fumar, luego extendió su mano hasta alcanzar el bolígrafo con el cual firmaría los cheques para comprar el automóvil que deseaba su bella hija y pagar los costos del crucero que le llevaría durante quince días por las islas del Mar Caribe; después, con un gesto de desprecio, mirando por el cristal ahumado a los hombres que trabajan en su industria, expresó:

 

―¡Malditos latinos!

 
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