¡Nada
más por vivir aquí niega su raza y su cultura…!
―¡Oye! ¡Excúsame! ¿Sabes tú en dónde
pusieron los blanqueadores del agua para piscinas?
― Excuse me, I
don't speak Spanish
―¡Oh! ¡Qué pena que muchos latinos no
hablen el mejor idioma del mundo!
―I do not understand.
―¡Cuánto lamento que te muestre tan ignorante¡
―Por favor, hábleme más despacio que
casi no le entiendo.
―Te preguntaba que, ¿en dónde pusieron los
blanqueadores del agua para las piscinas?
―¡Oh! Eso está en el área de Lawn &
Garden.
―Gracias. Veo que eres una de las
personas más inteligentes de todas las que trabajan en esta tienda.
―¿Por qué dices eso?
―Porque en menos de dos minutos aprendiste
a hablar español.
El empleado de aquella tienda se quedó
avergonzado arreglando algunos alimentos para perros y gatos, mientras el
cliente con un rostro sonriente caminaba por los pasillos de la tienda; y como
si aún tuviera a ese individuo a su lado, expresó:
―¡Buena
mierda! ¡Nada más por vivir en este país ajeno niega su raza y su cultura…!
¿Qué puede esperarse de gusanos como éste?
El cliente sintió que le sangraba el
alma. Pensó en los niños pobres de su pueblo, en las tantas necesidades que hay
en los campos y barrios de Latinoamérica. Caminando despacio (con los ojos mirando
las losetas que casi pisaban sus pies), se dijo en voz baja:
«Mientras el
inmigrante no sea consciente de cuál debe ser su función social en el país
donde vive, el futuro de la patria que lo vio nacer cada día será menos esperanzador.»