Función social del
periodismo
Tomado del libro: Periodismo,
Instructivo de Redacción
Autor: Agustín Cruz Paulino
El periodismo es
la profesión que con más clamor, riesgo y amor a la humanidad exige la
existencia de una justicia social. ¿Cuántos periodistas no han muerto por
exigir justicia y denunciar los abusos y actos corruptos de las autoridades, el
narcotráfico y la peligrosa propagación de las bandas de sicarios, como si esto
último fuera parte ancestral de una cultura criminal? ¿Cuántos periodistas no
son encarcelados, maltratados y prohibidos de realizar sus trabajos, por
denunciar los abusos y delitos que cometen funcionarios, empresarios y los
llamados “agentes del orden público”?
El periodista
comprometido con la ética, en muchas ocasiones, sufre en carne propia las
violaciones de las leyes, por parte de gobiernos, jueces, empresarios y
personalidades que ostentan cierto poder, que afectan el desenvolvimiento
jurídico y de bienestar social de la gran colectividad, y hasta la existencia
de un estado de derecho que responda realmente a una sociedad democrática.
Pero la vida es
así, mientras los médicos curan enfermedades, los congresistas crean las leyes
y los ingenieros construyen edificios, el periodista lucha tenazmente por dar a
conocer los acontecimientos que se originan en cualquier lugar, no importando
la hora ni el día en que sucedan, con el objetivo de que los miembros de la
sociedad estén debidamente informados sobre lo que ocurre a su alrededor y en
otras latitudes, para que vivan de la mejor forma posible.
Ese trabajo lo
realizan con igual amor e interés aquellos periodistas éticos que laboran asalariados
para empresas de la comunicación, y quienes se ven obligados a cubrir los
gastos de sus medios alternativos (periódicos, revistas, programas de radio y
televisión), a través de los anuncios que conquistan en el comercio de las
comunidades donde ejercen su profesión.
Viéndolo desde
cualquiera de esos dos grupos (los periodistas asalariados o los que tienen que
financiarse por sí mismos), lo importante es que el periodismo mantenga su
esencia y responsabilidad, pues, de una u otra manera, el profesional de la
comunicación disfruta internamente -y con gran gozo- los trabajos que realiza
de manera objetiva, precisa, con actualidad, utilizando cierta agilidad que le
ayuda a terminar ciertas etapas de una investigación, la cual finalizará cuando
la población pierda interés en el tema o cuando él considere que ya no vale la
pena continuar con dicho acontecer. La verdad es que un suceso será de
importancia o no para una comunidad, dependiendo de la capacidad innovadora que
tenga el periodista para mantener actualizadas ciertas informaciones que rodean
lo sucedido, aunque el hecho primario haya ocurrido hace mucho tiempo.
Resulta de gran
satisfacción cuando ya pasados varios años, algunas personas hacen referencia
de manera positiva sobre los elementos importantes que rodearon un suceso, la
sabiduría y responsabilidad con que actuó cierto periodista. Quienes hemos
vivido esas ocasiones sabemos la paz y alegría interna que sentimos.
Lamentablemente, hay cientos de colegas que nunca disfrutarán de esas
emociones, las cuales se convierten en agradecimiento con más valor que el
salario que hayamos o no recibido.